NAVIDAD Y OLENTZERO

El Olentzero


Esta tradición tiene su origen en las antiguas creencias del pueblo vasco. El Olentzero es un personaje grotesco, borrachín y gran comedor, un carbonero mítico que baja del monte el día de Nochebuena a los pueblos y se pasea por sus calles entre canciones y alegrías. Se le pasea en andas por las calles de ciudades y pueblos, cantándole coplas en vascuence. Su nombre tiene algunas variantes. Una de ellas, Onenzaro, parece dar la clave de su misterioso significado. Se trataría de “la época de lo bueno”. Sin duda superpone simbolismos culturales. Es la encarnación del solsticio de invierno, pero también, según las coplas, es el embajador que trae la noticia del nacimiento de Cristo en la Nochebuena. Hay quien lo relaciona con las antífonas de la “O”, que canta la liturgia en los últimos días del Adviento. Es la figura del año que termina, pero, sobre todo, un símbolo solar que transmite su fuerza al tronco de Navidad, xubilaro, que arde en el hogar.
Su imagen cambia, según comarcas. Puede ser un glotón insaciable; un hombre de cabeza hueca, sin inteligencia; un ser temible y hasta un amuleto protector. Es en la Navarra Cantábrica y en los valles vecinos de Gipuzkoa y Lapurdi donde se ha conservado viva la tradición de Olentzero. Lesaka, que ha prestado su ritual a otros lugares, se precia de ser la villa originaria del personaje, al que canta:

Olentzero, buru haundia,
entendimentuz jantzia,
bart arratsian edan omen du
hamar erruko zagia.
Ai, urde tripaundia.
Ai, urde tripaundia.
Horra, horra gure Olentzero,
pipa hortzian duela,
eserita dago,
kapoitxua ere baitu
arraultzatxuakin,
bihar merendatzeko
botill-ardoakin
botill-ardoakin.

Es decir: “Olentzero tiene cabeza grande, pero posee entendimiento. Anoche bebió un odre de diez arrobas. Ah, cochino tripudo. He aquí a nuestro Olentzero, con pipa entre los dientes. Está sentado. También tiene capón y huevos para merendar mañana con una botella de vino”.
La melodía que se canta con esta copla le sirvió a Ignacio Baleztena para superponer otra letra que se hizo muy popular y anuncia las fiestas de San Fermín: “Uno de enero, dos de febrero…”
En Pamplona hace ya muchos años que se celebra, siendo sus organizadores los miembros de la sociedad “Juventud de San Antonio”. El día 24 de diciembre, a las 7 de la tarde, sale la comitiva de los locales de la sociedad (actualmente en la calle Iturralde y Suit). Encabeza la marcha un carro lleno de niños vestidos de caseros. Tras estos, se alza la figura bonachona del Olentzero, con su nariz colorada y la pipa entre los dientes. Acto seguido avanza un pequeño coro que va cantando en euskera canciones dedicadas a esta fiesta. A continuación, haciendo resonar con fuerza los cencerros que llevan sobre sus riñones, aparecen los “ioaldunak” que forman el Zanpantzar. Estos bailan ordenados en dos filas y a su frente, dirigiendo con el sonido de un cuerno los movimientos de los demás ioaldunak, está el que podríamos llamar capitán de la comparsa. Cierran la marcha muchos chicos y chicas, también vestidos de caseros, que bailan cogidos de la mano, y en ocasiones, debido a sus carreras, adelantan a los demás miembros de la comitiva. El Olentzero, tras bajar por la calle Amaya, penetra en el Casco Viejo, recorriendo varias de sus calles. Animados por este alegre desfile, los pamploneses, tras pasar un buen rato, regresan a sus casas para celebrar en familia la cena de Nochebuena. Y además, los niños reciben los regalos tan característicos de estas fechas navideñas.

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